UN VIERNES CUALQUIERA EN NUEVA YORK… OR BABY, EVERYTHING IS GONNA BE ALL RIGHT
Me levanto, desayuno leyendo los correos, a la ducha, y ya llego tarde. Haga lo que haga siempre llego tarde. Cojo un taxi de los negros, no de los amarillos, de los que tienes que preguntar antes de montarte cuánto te van a cobrar. Móntate mami, me dice el conductor. No, díme antes cuánto. Móntate, mami. Que me digas cuánto es. 20$. Ok. Subo, es peruano. Al Teatro Xxxxx, en el East, y llego tarde a una entrevista. A mi niña la gusta el teatro, me dice, dónde la podría llevar a ver la de Caperucita. Y le explico que hay unos cuantos de teatros hispanos en NY. Le cuento la historia de “Caperucita en Manhattan” de la escritora Carmen Martín Gaite, porque su hija vive en Brooklyn y siempre le pide papi llévame al Central Park. Y yo me digo, ¿pero se puede saber que haces soltándole este rollo al taxista? ¿Cómo se llama tu hija? Allyson. Anda, como la mujer que me va a hacer la entrevista. Ojalá te de suerte.
Me había presentado a una beca de dirección teatral para el curso 2010/11. Daban tres a directores hispanos emergentes. Preparar la beca me había llevado un mes. Leer las obras, presentar la propuesta artística, montar equipo, cartas de recomendación…. Tras explicarme los horarios, las cuentas, todo, al director se le ocurre preguntarme: bueno, tendrás una green card, verdad? Y entonces mujer blanca, blanca, blanca, sobre fondo de color. Le explico el estatus de mi visa, mi Fulbright, que en la aplicattion no pone nada de la nacionalidad. Y me dice que les encanta mi propuesta pero que a mi puta casa. Que sin green card no hay beca. Y si no hay beca no hay obra que montar.
Y así, llorando como una magdalena llamo a Sasha. Porque no, no, no, no insistas, no. Que en mi casa no hay este tipo de becas todavía, y que no, no, no pienso volver para pegarme con el sistema. Aún no.
Sasha, judía de nariz, me lleva comer a un restaurante ucraniano. Te pregunta y tú la respondes que elija ella, que tú no estás para elegir, que creciste en una ciudad donde lo más exótico era ir al chino de Cruz Verde, y que era un drama en casa, porque a tu padre no le gustaba. De ahí a clase. Una clase sobre el teatro de Boal, que era brasileño. Trabajo por parejas. Me toca con Chesray. Chesray es sudafricana, una negra imponente con una beca Oprah Winfrey. Trabajamos sobre opresiones. Es curioso como a los hombres les da por fastidiar a las mujeres en cualquier parte del mundo. Como ambas hemos vivido situaciones parecidas en países tan distintos. De ahí corriendo a Columbia University con mi tutora, Christina.
Christina es colombiana y me propuso hace tiempo participar en la lectura dramatizada de un texto sobre las mujeres de Ciudad Juárez, “Mujeres de Arena”. Es una capilla preciosa, de madera y frescos. ¿Qué hago yo leyendo en inglés, haciendo de maquiladora? Allí nos esperan Alex y Pablo, amigos puertorriqueños. Oye loca, ¿cómo ha ido la entrevista de hoy? Les cuento. Ay puuuta, qué mala pata. Llueve. Es abril y llueve y yo corro, corro, corro Broadway abajo. Son las 10 de la noche y mi móvil suena Where are you? Llego a casa de la fiera.
Abre la puerta y le miro con cara de quien ha llorado media mañana. It´s ok, it´s ok, baby, everything is gonna be all right. Me siento, se sientan todos. Melina, hija de padres mexicanos, Abe, hiphopero del Bronx, República Dominicana. La fiera me pone un copazo, un plato caliente,¿Quieres otra copa? Pleaseee… You have to sleep, and later start to look for another theatre, you just have to find another theatre. Se van todos.
Y duermo pensando que no tenemos ni plan para mañana, ni hambre para hoy. Que como no voy a estar cansada joder, de un cansancio que duele, si en un día he estado en el mundo entero (y hasta en la memoria con España), y he sido varias personas distintas, y todo nos lo queremos comer en esta ciudad, todo, todo, que un día nos vamos a poner malos de empacho, de tanto conjugar el verbo intentar.
